viernes, 5 de mayo de 2017

INFLACIÓN DISCURSIVA, A FALTA DE PRUEBAS (2).



Nadie sabe que Siqueiros escribió sobre Vargas Rozas. Expuse el caso en la mesa redonda que tuvo lugar en el MNBA a propósito de la exposición mexicana. Encontré dicho documento dactilografiado en el Archivo Siqueiros. Era una copia en papel carbón violeta, cuyo texto jamás fue publicado. Nadie ha sabido explicar qué hacía el abstracto chileno colaborando con el muralista mexicano. Lo cierto es que el establishment de la Facultad de Bellas Artes le hizo el vacío a Siqueiros. Por eso, Vargas Rozas, que no formaba parte de éste, viajó a Chillán en 1941.  Por ese entonces, la situación de la abstracción era, por lo menos, deficitaria, por no decir inexistente. Al parecer, los manifiestos de Huidobro no habían tenido efectos de inscripción diferida. A menos que se tome en consideración la exposición del grupo Decembrista, apoyado por éste, realizada en Lima, a raíz de la cual “se provocará un quiebre entre el cubismo de Huidobro y el surrealismo del gran César Moro”[1].

En verdad, la exposición de Lima tuvo lugar en 1935. Después hubo otra, en Santiago, en el diario LA Nación. Sin embargo, el grupo Decembrista ya había realizado la primera exposición de arte abstracto, en 1933, pero no asumía dicho nombre de modo específico. En el catálogo de dicha muestra, Huidobro confieza que se encontró impresionado de encontrar en Chile a estos artistas, cuando regresaba de Europa, y pide disculpas. Esto es una prueba de que Huidobro se encontró con un grupo ya existente, al que apoya y patoricna. En este catálogo, “todavía no habla de arte abstracto, pero se refiere a él por oposición al arte realista”[2]. Según lo cual, mal se puede afirmar que Huidobro influencia a los Decembristas; estos ya existían. 


Lo que hace Huidobro, más bien, es asociar lo que el grupo hace a sus teorías sobre el creacionismo. Ahora, para que Huidobro hubiera tenido efecto sobre Montparnasse, sus relaciones con éstos tendrían que  haber sido anteriores a la fecha en que toma contacto con los Decembristas.  Una cosa es que Huidobro haya sido amigo de Juan Emar, quien habla de ellos en Notas de arte, pero levantar desde allí una “conspiración abstracta y moderna”, cuando ninguna de estas palabras eran utilizadas en el léxico dominante de la época, es  como  escuchar el gallo, pero nunca saber donde.

Para la argumentación que el curador de la exposición del CCPLM sustenta sobre el advenimiento del primer momento abstracto, no aparece  la información de que  esta exposición decembrista  en Lima tiene lugar en el marco de la primera exosición surrealista que organiza César Moro, lo que es grave porque omite el hecho que este primer momento no corresponde a ninguna abstracción “concretista” o “geométrica”.  Huidobro emplea el término “concretista” en textos posteriores y en otro contexto.  Lo cierto  es que el racionalismo de la arquitectura moderna en Chile marcó el debate sobre una modernidad que no comprometía el campo de las artes plásticas.  Me adelanto en sostener que respecto de este debate, que tiene lugar a comienzos de los años 30,  la aparición de Forma y Espacio en 1955  resulta –a lo menos-  epistémicamente retrasada. El racionalismo plástico de la arquitectura ya había fijado las coordenadas de una historia en la que los  pintores quedan completamente a la zaga.  De ahí que se deba considerar que el decembrismo fue tan solo una irrupción temporal abstracto-surrealista, que posee un lugar indesmentible en la historia del arte en Chile, pero no asumiendo los atributos de un heroísmo precursor, dependiente del creacionismo de Huidobro.  Una cosa es ser patrocinado; otra cosa es ser influenciado en virtud de una hipótesis de subordinación estética.

Ahora bien: ¿acaso las pinturas de Vargas Rozas de 1932, 1933 y 1934, reproducidas en el catálogo de la muestra, no son aproximativamente decembristas? Sin embargo, ¿Vargas Rozas no residía en Francia en ese momento?  Pero hay algo más. En ese catálogo el curador afirma que Vargas Rozas se vinculó con las vanguardias históricas, repitiendo la misma “tesis” que Galaz/Ivelic.  Vamos viendo: ¿Vargas Rozas asistió a la Academia de Lhote? Se dice que cultivó amistad con toda la vanguardia del momento. No se dice cómo. No se reconstruye ninguna relación formal. No se ha hecho el inventario de las relaciones francesas de Vargas Rozas. ¿A quien conoció de relevante que pudo haber sido un interlocutor indesmentible en un proceso de intercambio y de transferencia informativa? Vuelvo a mencionar la correspondencia que publicó Wenceslao Díaz.  Como se dice: es para llorar.  En este sentido, el  curador demuestra tener más imaginación que sus mentores.  Pero falta más todavía.

De acuerdo al catálogo, Huidobro tuvo efecto en Montparnasse. ¡Tanta diseminación creacionista  ya parece  sospechosa! El curador explica la historia por la relaciones  de amistad social.  Ya lo creo que estas relaciones juegan un rol en la configuración de una escena; pero hay que precisar cual su  papel efectivo  en una situación concreta.  Por eso me hago la pregunta: ¿basta la cercanía social con Sara Malvar para incluir a todos esos artistas en un mismo paquete, como si todos ellos hubiesen estado animados y congregados por un mismo  “espíritu”? , ¿De qué manera se verifica plásticamente el discurso de Huidobro en as pinturas de Henriette Petit y de Vargas Rozas?  Esto es, simplemente, una superchería.

Más aún: cuando Huidobro re-publica sus manifiestos en 1944 estos son conocidos en Montevideo y Buenos Aires.  ¿Cómo podemos hablar de un “consumo conceptual” de dicho material por parte de artistas  chilenos, viviendo en Santiago, en el período comprendido entre 1944 y 1950?  Esto no permite conectar a Huidobro con la exposición de artistas argentinos abstractos que se realiza en Chile en 1952.  Ni menos aún permite promover la idea de continuidad entre esta exposición y la organizada por el Instituto de Arquitectura, en el mismo período. No es posible mezclarlo todo. Cada una de estas manifestaciones posee su particularidad y, es más, sus reticencias.  Pero todo parece indicar que el curador leyó  en forma apresurada el libro de Alejandro Crispiani. Apenas lo señala en una nota. Lo cual delata una indelicadeza académica de marca mayor, porque en ese libro Crispiani hace un relato pormenorizado que echa por tierra la antojadiza afirmación del curador, que acostumbra a meter todo en un mismo saco, borrando las especificidades de las obras. ¿A  esto le llama “trabajo de campo”?

Se supone que todo esto tiene como objetivo demostrar que hubo un primer momento abstracto,  seminalizado por Huidobro en los años 20 y que este primer momento es el fundamento sobre el que se va a edificar el segundo momento. Sin embargo, el salto de Huidobro a las exposiciones de abstractos de los años 50´s carece de mediaciones probables. Al parecer, la invención huidobriana de la epopeya de la abstracción obedece a un arbitrario argumental que reproduce el síntoma precursivista del curador, que se somete a la operación análoga que montó su colega de escuela y de academia universitaria, que instaló, también, a Huidobro como el inventor que debía proporcionar legitimidad a su otro arbitrario institucional: Cerrillos.  No deja de ser curioso el empleo de la misma obra, en ambas exposiciones, para sellar el rol fundacional requerido a la medida de unas ensoñaciones compartidas.  Esto es irrisorio. Ambos académicos necesitaban instalar a un literato que legitimara sus invenciones apresuradas.  Pero con ello cumplen con una especie de petición de principio:  recurrir a un poeta para fundar una visualidad en la escena chilena. Ciertamente, Parra y los “quebrantahuesos” ya han sido suficiente explotados y parecen ser cotos privados de caza. Neruda no sirve para esta operación. Zurita tampoco. Está en otra. No se deja instrumentalizar así.  De modo que descubren que Huidobro está disponible.




[1] MUÑOZ, Ernesto. Vergara-Grez. Forma y Espacio. La ruta geométrica, Santiago de Chile, 2012, p.9.

[2] ROJAS-MIX, Miguel. Huidobro y el arte abstracto. Araucaria de Chile, nº 32, 1985.  En este texto Rojas-Mix relativiza la afirmación de Cristóbal Molina, que escribe un importante ensayo sobre las relaciones entre los decembristas y el espacio arquitectónico (www.dearquitectura.uchile.cl/index.php/RA/article/download/27907/29579) chileno de 1933. Repito: Huidobro conoce a los decembristas a su regreso de Europa.

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