domingo, 16 de abril de 2017

BÉATRICE JOSSE

Béatrice Josse, después de realizar estudios de Derecho y de Historia del Arte, dirigió desde 1993 el Frac Lorraine, en Metz.  En el 2004 lo rebautizó con el nombre de “49 norte 6 Este” para enfatizar la importancia de su localización, en un paisaje densificado, con “demasiada historia” en las espaldas.  No solo debía pensar en las características de la  Lorraine, sino qué sentido tenía  organizar una colección pública, regional, de arte contemporáneo. 




Un Frac es un Fondo regional de arte contemporáneo que se define como un dispositivo de acondicionamiento  (aménagement) cultural del territorio.  Se podría decir que corresponde a un momento de desarrollo de una política urbana. Imaginen que la constitución de una colección pública tenga implicancias en la política de modelación urbana de una ciudad o de un barrio, porque eso quiere decir que la decisión de coleccionar, distinta a la de  “musealizar” la ciudad, es un gesto que se define por el deseo institucional de permitir que el arte contemporáneo esté presente en la “producción de ciudadanía”.

Un fondo de arte contemporáneo no es un centro de arte ni un museo, ni puede ser asociado a un lugar y a una función exclusivamente expositiva.  Su patrimonio es singularmente nómade y la mediación de su acción compromete el uso de instrumentos difusivos y pedagógicos originales, que se articulan con otras acciones institucionales en las diversas regiones de Francia.   Olvidaba decir que ya se han cumplido más de treinta años desde su fundación y su desarrollo ha sido objeto de calificadas reflexiones, que en Chile, al parecer, ningún responsable político  parece enterarse.

Hace unos años, junto a Natalia Majluf (MALI-Perú) y Andrés Duprat  (MNBA-Argentina) recorrimos cuatro o cinco Frac, para conocer  su sistema de funcionamiento y  discutir con sus directores sobre el desarrollo del coleccionismo público.  Es preciso señalar que en el MAC Forestal, hace algunos años, se presentaron exposiciones que provenían, también, de otros Frac, deseosos de sostener  iniciativas  de trabajo con instituciones chilenas. Estas, por cierto, no prosperaron.  

Lo que les interesaba a los museos chilenos en esos momentos era recibir paquetes de exposiciones que les pudieran resolver una programación y sacar ventajas de ello.   La capacidad de reciprocidad no existe en el arte chileno.  La discusión sobre coleccionismo público, en nuestro país,  se entrampó.  Aunque desde hace unos cinco años se ha convertido en un tema y en un problema, después de las quejas tanto del MAC como del MNBA acerca de la limitación de recursos para adquisición de obras. 

El caso es que hasta el propio CNCA posee una colección de arte contemporáneo,  mediocre y  desigual, desigual por mediocre, mediocre por desigual, cuya existencia formal no sabría justificar más allá de asumir “lo que hay”, sin hacer crítica histórica acerca de cómo se llegó a “formular” como necesidad   institucional.

En este sentido, quienes conocen el proceso de constitución y desarrollo de los Frac saben que en cada región la situación se desarrolló a partir de sus condiciones particulares. No todas las regiones poseían, por ejemplo, la misma experiencia o alguna tradición de intercambio con el arte contemporáneo internacional. De hecho, hubo regiones en las que los artistas locales protestaron porque sus obras no fueron inmediatamente adquiridas. Hubo otras regiones en que la apuesta  internacional favoreció el intercambio  y planteó a las instituciones  museales francesas nuevos desafíos. 

A partir de la colección del Frac Lorraine,  durante su dirección, Béatrice Josse  organizó exposiciones temáticas que abordaron  diversos temas políticos y poéticos, tales como “Estética de los polos”, “La Ucronía”, “Las profecías apocalípticas” y recientemente “Los in-memoriales” en torno al eco-feminismo.  Cada exposición, propuso además  un nutrido conjunto de programas pluridisciplanios de mediación,  dinamizando el concepto de  manejo de colecciones.   A lo que se agrega la particularidad  de que un Frac pasa  a cumplir funciones de “centro de arte”, y de éste modo  acoge a críticos de arte y artistas internacionales en residencia y colabora con numerosos proyectos en América del Sur, España, Noruega, entre otros.

Béatrice Josse está en el origen de la especificidad de la colección del Frac Lorraine, privilegiando formas poco presentes hasta ahora en las colecciones públicas e incluyendo una fuerte proporción de artistas mujeres.

Sin embargo, ha dejado la dirección del Frac Lorraine para asumir, desde junio, la dirección del Centro de Arte Contemporáneo (Le Magasin) de Grenoble. 




Un centro de arte no es el asiento de una colección, ni tampoco es el sustituto parcial de un museo averiado.  Lo digo en relación a nuestra experiencia inmediata. Por esta razón, la visita de Béatrice Josse a Santiago de Chile es tan importante. No solo porque viene a poner en valor la decisión que tuvo  -hace algunos años ya-  en coleccionar la obra de Ingrid Wildi-Merino, sino porque trae consigo una experiencia sobre articulaciones entre funciones institucionales que combinan coleccionismo público, residencias de trabajo y experiencias de creación artística.

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