miércoles, 8 de marzo de 2017

EL DESTINO DEL ARTE CHILENO (3)


El carrerismo contemporáneo de gente como la que habilita el fraude de Cerrillos tiene sus antecedentes en la historiografía nacional.  Imaginen que un señor como Richon-Brunet, se instaló en Chile en Chile a comienzos del siglo XX a dictar cátedra de un academismo que ni en su propio país le hubiesen permitido.  Pero eso habla más de la tontera de los funcionarios chilenos que de la suya propia.

Es muy gracioso constatar el destino que tuvo el propio Alvarez de Sotomayor, como director del Museo del Prado, hasta comienzos de los sesenta.  Busquen en la red sus declaraciones en contra del arte moderno.  Resulta exótico. Pero hay quienes insisten en atribuirle un gran rol en la instalación de la  regresiva academia plebeya que se instaló en la Escuela de Pintura,  que ocupaba la misma planta del Palacio de Bellas Artes, ya que formaban parte de una misma unidad que dependía de una Dirección de Artes Plásticas en el seno del Ministerio de Instrucción Pública.

Después, en 1939, llegó al país un señor Romera, que desde 1950 escribió en El Mercurio. Hasta pasado los setentas.  Había estudiado pedagogía en arte en Lyon.  Pero escribió la primera “historia” de la pintura chilena, con portada de Camilo  Mori. 

El caso es que hoy día, me preguntan por criterios de éxito y de calidad del arte chileno.  Debo decir que el hecho que el tema se plantee, es un indicio de existencia de una posición “tremendamente” desmejorada.  A fines de los años setenta, quienes se dedicaron a hacer resúmenes de lectura de Kristeva y los aplicaron como forcep al arte performátiuco chileno,  dieron la impresión  de que estábamos frente a una revolución de los discursos. Solo era la cita de fragmentos de lecturas tardías, pero que en tierra de infieles pasaban por algo muy novedoso.

En este panorama, hay quienes  todavía apelan a la calidad ejemplar de obras pre-modernas y le encienden velitas a Couve, como el gran límite, para señalar el momento en que el arte clásico perdió la batalla.  Couve solo representa los últimos vahídos de la pintura plebeya maníaco-depresiva, con su naturaleza muerta de tema mínimo, para no decir, de flojera máxima, con una palta o un limón ya vencidos en medio de un plato picado.   

Por su parte, la mayoría de las galerías consideran que es un éxito participar en la Feria de Frankfort. Entonces, hay que ver quienes llegan y con qué proyectos.  Hay otros, en cambio, que se conforman con las de Miami y regresan con  muy pocos recortes de prensa y muchos contactos para mercados incipientes en el Caribe.

Hay artistas que piensan  que es un éxito exponer en Nueva York, pero no señalan en qué  galería.  Porque si nos acogemos al criterio de quien  representa a uno de los más insignes artistas nacionales, tendremos que pensar que es tan solo un éxito de segundas ligas.  Digámoslo de una vez: no es lo mismo Daniel Templon que Alexander&Benings.   Tampoco es un buen indicio haber hecho “carrera” montado en la mitomanía de un señor Gunther, en los noventa.   Tampoco es aceptable en el ambiente internacional de los negocios de arte,  que premios nacionales no tengan, a esta edad,  representación de alguna galería eminente.  Se ve como expresión de una ingenua soberbia  de héroe local.

Tampoco podemos conformarnos con  asistir a la Feria de ARCO, después de la inversión  que han hecho los argentinos.  Hay que entender que solo accedemos a segunda ligas, para asegurar  con dificultad  negocios zonales, algunos de los cuáles pueden ser muy eminentes.

En el caso de  los directores de museos, el éxito  de una gestión de colocación sería poder sostener  mediante convenios de reciprocidad, exposiciones de artistas chilenos, en museos eminentes del primer mundo. No ocurre así. No existe la reciprocidad.  Chile no es capaz de producir reciprocidad institucional.  Desafío a que me señalen un número de artistas chilenos exponiendo en algún museo de primera línea, en los últimos cinco años.  

En el terreno del coleccionismo, hay  quienes  piensan que el éxito se mide en la capacidad que poder adquirir  obras para desprenderse de ellas en momentos de alza.   Tampoco ocurre así. Un coleccionista verdadero opera en un terreno extremadamente simbólico y no especula; invierte en la preservación,  en la archividad, en la colocación de largo plazo de piezas referenciales, en el cuidado y en el estudio de aquel universo singular de obras, que define como relevantes para un momento determinado en el desarrollo del campo.

En el terreno de la crítica,  el éxito depende donde se sancione los términos de la circulación. Y no precisamente en las publicaciones indexadas.   Porque una cosa es adscribir a sectas internacionales que  protegen y ofrecen circuitos de coloquios en espacios de segunda y de tercera, y otra es publicar en catálogos de nuestras importantes.  Las revistas indexadas solo sirven para fortalecer  “carreras académicas”,   El problema es que a estas alturas, ni las crónicas en revistas on line y en prestigiosas empresa editoriales zonales sobre papel, dan para levantar una carrera como la que  pretenden.

Entonces,  ninguno de estos agentes del sistema chileno de arte está en medida de responder a la más mínima exigencia.   Cuando el sistema es frágil, los especuladores tienen facilidades para operar. Es lo que va a ocurrir con la próxima exposición sobre abstracción chilena, donde el curador piensa que va a dar un batatazo en el mercado mundial del arte geométrico, exponiendo las joyas de la escena local.  ¿A quien pretende engañar?  Los coleccionistas, o no se dan cuenta de la superchería, o son los promotores de una operación en la que el curador es un ventrílocuo, y por lo tanto, la superchería puede ser mayor. 

Por último, Chile es el único país del continente donde los artistas, además de ser docentes  en un mercado de enseñanza saturado,  fungen de curadores  esgrimiendo  la excusa de que sus  montajes deben ser considerados como  si fueran obras, dando curso al nacimiento de un verdadero género institucional.  En tal sentido, se ha reconocido todo un cúmulo  de obras-que-lo-son-como-si-lo-fueran, a tal punto, que el arte chileno ya está comenzando a parecer-como-si-lo-fuera.



No hay comentarios:

Publicar un comentario