jueves, 26 de mayo de 2016

PERSONAJES


Paulina Varas apoya a Camilo Yáñez después de acusar a Claudia Zaldívar de haber puesto a  Francisco Casas en su contra.  Desde hace mucho tiempo que esta investigadora de gran prestigio en el extranjero busca la dirección de una institución.  Ojalá le vaya bien en esta vuelta.  Recuerdo que  al comenzar   a trabajar como coordinador del Parque Cultural de Valparaíso, en noviembre del 2010,  una de las primeras  personas que me pidió una reunión fue  Llanos.  

Yo no tenía oficina y nos reunimos en el Café  Segafredo de Plaza Sotomayor.  Lo primero que me preguntó, antes que cualquier otra cosa,   fue “¿cómo vamos ahí?”.   Entonces, con mucha paciencia, le hice el relato de mi teoría del Parque, que corresponde a  lo que en términos generales publiqué después en el libro  Escritura Funcionaria (2013) que me publicó Jprge Sepúlveda con su editorial Curatoría Forense.

La expresión de decepción  de Llanos ameritaba un retrato.   Me hizo ver, desde ya,  la inconveniencia de no haber “negociado” con “fuerzas vivas” el “guión” del Parque.  Me dijo: “!Ya lo tienes todo armado!” Y se dio cuenta que lo primero que yo hacía era producir un encuadre conceptual y que después buscaba a quienes podían trabajar en él,  en un momento en que ni siquiera tenía asegurado mi presupuesto de operaciones.  

Este encuentro con Llanos  me fue muy útil porque de inmediato comprendí que Varas/Llanos  serían quienes harían el “trabajo sucio”  de  gente que, refugiada en la universidad, no se iban a exponer a un enfrentamiento  directo conmigo.  Llanos/Varas siempre hicieron esa pega, refugiados en unos curiosos conceptos de  crítica institucional  que recurría como estrategia visible a una inquietante “política de los afectos”, destinada a embaucar a una tropa de desorientados artistas extranjeros que caían en residencia en Valparaíso.  

De este modo, no sería  ninguna sorpresa para mí, que  el representante de la Agrupación ExCárcel en el Directorio del Parque, apellidado Marín, propusiera a Paulina Varas  como  candidata  a ocupar el cargo de director(a) de éste. 

Y ahora me la encuentro haciendo esta curatoría en el MSSA, a cargo de una delegación de  operaciones documentarias  ejecutadas por una red de investigadores que sobredimensionan el valor de los documentos,  y  que se han puesto al servicio de la más grande estrategia de gestión y manejo de archivos, bajo la supervisión  de una gran ensoñación museal española en crisis de  expansión política y nocional. 

Paulina Varas apoya a Camilo Yáñez, para adquirir bonos en  Cerrillos, y de paso aislar a Zaldívar, que ha criticado abiertamente el proyecto de OBRA INSTITUCIONAL.   El apoyo de Paulina Varas a Camilo  Yáñez le significa  ofrecer una alianza forzada con una poderosa red de agentes homólogos, destinadas a aniquilar cualquier tentativa local de oposición, incluyendo el desplazamiento del eje de minoría que sobrevive en Galería Metropolitana.  Es obvio que Paulina Varas busca desterrar la curricularidad de GALMET, que ofrece, también,  el apoyo de las viejas totémicas.    

Zaldívar habría, como digo, predispuesto a Francisco Casas en contra de  Paulina Varas.  Por lo que conozco a Francisco Casas, él no necesita ser predispuesto por nadie; es un predispuesto propio, desde la partida. Y lo que probablemente hizo, con toda razón, fue negarse a  ser expuesto en una institución dirigida por quien en algún otro momento, dirigió otra institución, en la que no tuvo la menor consideración por su trabajo.  Ese es un asunto  que Varas tendría que haber previsto  como una dificultad curatorial ordinaria.  Un dato más de una causa compleja.  Pero más bien,  lo que está en juego es la expresión del malestar de Francisco Casas y la difícil situación en que Varas es colocada, por ignorancia. 

Lo mejor de esa exposición de  Paulina Varas  en el MSSA fue, justamente, la negativa de Francisco Casas, porque puso en tensión la naturaleza del manejo de los documentos, denotando la falta de conocimiento respecto de las condiciones de  recepción de una obra bajo unas  situaciones determinadas.  Eso es todo. Y  ya es demasiado.  Porque en la propia historia de las Yeguas del Apocalipsis está la condición de su exclusión y discriminación en los momentos duros, durante los años de plomo.

Entonces,  resulta  perfectamente entendible que  Francisco Casas exprese semejante  malestar  ante el uso-más-que-oportuno que curadores actuales hacen de  sus obras,  omitiendo las contradictorias condiciones que sobre/determinaron su producción, en coyunturas  cuyo estudio es alterado por unos intereses historiográficos  que esconden mal el anacronismo que los sostiene.

El apoyo de Paulina Varas a Camilo Yáñez es adecuado y completamente atendible, ya que ambos comparten, no solo  un anacronismo análogo, sino que  manipulan  fuentes,  secuestran informaciones, encapsulan nociones, inflan obras,   intoxican  relaciones,  banalizan argumentos,   revierten lealtades,  invierten vigilancias, malogran filiaciones, por mencionar algunos procedimientos de trabajo.  Apoyo, por cierto, destinado a  resonar en el comité-de-Venecia, donde  a pesar de la torpe arenga según la cual “no hay curadores en Chile”, tendrá  por extensión que competir contra Castillo/Zurita,  antes de asumir en el Museo de la Memoria. También, sería redondo para la Obra Institucional, como sustitución parasitaria.  Varas la tendrá difícil, porque tiene que competir, además, contra Arévalo/Vicuña, Brodsky/Núñez,  Andaur/Castillo,   Parra/Lemebel, por mencionar algunas propuestas más que probables  y juiciosas.  Yo, por mi parte,  vuelvo a insistir en mi apoyo a la Obra Institucional de Camilo Yáñez,   con  curatoría de Catalina Mena.

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