sábado, 30 de abril de 2016

UN MONUMENTO: EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE.


Hay que insistir en la defensa del Monumento al General Schneider.  Antes de esta remodelación vial que lo ha convertido en un signo más de la deposición del poder ceremonial, el monumento ya estaba des/monumentalizado.  Es la hora de preguntarse, en esta  más que mediocre historia de la abstracción geométrica chilena, por las condiciones bajo las cuáles ese premio fue atribuido. Es un caso excepcional de “modernidad” conmemorativa, en un país en que los próceres adquieren a través de la estatuaria  una dignidad  fraguada  para satisfacer el realismo de la representación.  

Será un buen momento, este, para reconstruir las condiciones de atribución de dicho premio.  ¡Ah!, ¡no existía la Comisión Antúnez!  Será un buen capítulo para los desempleados egresados de teoría de “la Chile” que jamás llegarán a ser profesores. No da.  En verdad es una garantía.  De modo que les sugiero que reconstruyan esta historia, sin entrevistar a los viejitos que contarán sus  anécdotas  para recobrar la memoria de  intervenciones heroicas.   Por favor.   Busquen documentos.  Encuentren las  Actas de jurado.  Recuperen Decretos.  Reúnan Facturas.  Visiten los Archivos de los ministerios. Todo eso debiera estar  en el MOP.  Aprendan a investigar, ahora que están fuera de la universidad. Empiecen  revisando los permisos municipales. Habrá quienes hayan guardado los planos, el diseño original, los bocetos de la obra. Etc.  Tienen que poner en escena  su pulsión historiográfica para combatir  la usura de la metáfora encubridora. 

Pero sobre todo,  que los egresados pidan ayuda a los coleccionistas de arte geométrico, que están en la víspera de concertar la más grande exposición del género.  De este modo, las pinturas de Carlos Ortúzar  -que se supone serán profusamente buscadas para la ocasión-  podrían tener una extraordinaria correspondencia  con la documentación de sus obras en el espacio público, consignadas en Chile Arte Actual como piezas relevantes de esta epopeya.  Podría ser un elemento muy adecuado para el  dispositivo de mediación de la exposición. Incluso, podrían ser diseñadas unas maquetas en cartón de algunas de sus obras. Imaginen ustedes una reproducción plegable del Monumento al General Schneider como inserto en un ejemplar sabatino de La Tercera. ¡Negocio redondo!  Con ficha formal e interpretación histórico política, incluyendo  análisis forense. 

Es muy probable que la furia conmemorativa sea relanzada  hoy día,   luego de los recientes funerales de Estado.  Unos preclaros parlamentarios  presentarán un proyecto para levantar un monumento.  Incluso ya han declarado sus intenciones de que  la estatua de Patricio Aylwin debe estar en la misma plaza,  junto a Frei Montalva y otros próceres.  ¡No se ha aprobado todavía el proyecto y ya están amenazando! 

No recuerdo quien, pero  alguien ya lo hizo;  armar un discurso en que se analiza la  historia de Chile a partir de la disposición “urbana” de la estatuaria.  Lo bello de este asunto no es la decisión final, sino las argumentaciones previas y las condiciones para las bases de los concursos.  Algunas de ellas, las familias, por ejemplo, imponen condiciones de reconocimiento figurativo mínimo. Es decir, se trata de promover concursos de estatuaria del siglo XIX, para que satisfagan la función  de unas ruinas conmemorativas epara el siglo XXI.  ¡Magnífico! ¡Super patrimonial! 

Hace muchos años, cuando se  realizó el concurso para el monumento del Presidente Allende,  hubo una escultora que propuso una  infracción en la pose.  Aparecía el presidente en el momento de abandonar la silla, justo en el momento de levantarse para dirigirse al podio donde lo esperaban los micrófonos a través de los cuáles se iba a dirigir al pueblo. Era la pose del líder que abandona una posición  sedentaria –de escritorio- y que eleva su dignidad de hombre en movimiento hacia la gloria de la escena radiofónica del discurso.  No fue aceptado. No pasó, creo, ni la primera ronda de discusiones del jurado.

No recuerdo por qué, el día de la inauguración del monumento, los militantes comunistas, retenidos detrás de una barrera, comenzaron a lanzar monedas a las autoridades.  Habría que revisar fotografías y diarios de ese día, para recomponer el tono de esos incidentes. 

Entonces, ahora, tendremos que enfrentar la discusión sobre este nuevo monumento.  Ya lo dije: la familia participará en la redacción de las bases.  Luego, los asesores  del Partido.  Enseguida, algún ex presidente. Finalmente, algunos escultores.  Sin olvidar a un representante de DDHH.  Y parlamentarios, por cierto.

En relación a la solicitud de similitud figurativa que tendrá este monumento,  porque de lo contrario romperá la “unidad de estilo” de la plaza, es preciso dimensionar  el valor de la contemporaneidad retrasada que tiene el Monumento al General Schneider.  Que esto, sin embargo, no nos lleve a sostener que se trata de la mayor expresión de arte público que tuvo lugar durante el gobierno del presidente Allende.  Por decreto de la historiografía oficial, la mayor expresión de arte público fue la construcción y decoración interior del edificio de la UNCTAD III.




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