lunes, 8 de febrero de 2016

LA LECCIÓN DE GEOGRAFÍA (3)


Hay que seguir con La lección de geografía.  Tengo otra hipótesis. Pero que limita con la ficción novelesca.  La mancha del  mapa en el cuadro  no reproduce el territorio del Norte,  sino el Valle Central.  Hasta me atrevo a sostener que Eduardo Barrios se basó, en parte, en esta pintura para escribir la primera parte de Gran señor y rajadiablos.  El maestro en cuestión es nada más ni nada menos que el cura Valverde, el tío que educa al sobrino, José Pedro.  Tenemos a un tío y a un sobrino. Filiación perturbada. José Pedro queda huérfano. Su tío lo acoge. Después muere en un asalto a las casas del fundo.  José Pedro va a poner fin al bandolerismo, al tiempo que se encargará de las remontas del Ejército durante la Ocupación de Lima.  Será el patrón emblemático de la regimentación del territorio.  Sin embargo, se va a aferrar a conceptos señoriales que amparan privilegios que van a enfrentarse con los conceptos jurídicos del gobierno republicano, como señala Luis Hermosilla en “Representación burlesca de los blasones en Gran Señor y Rajadiablos (REVISTA CHILENA DE LITERATURA Noviembre 2011, Número 80, 171 – 183).  

La novela fue publicada en 1948.  Pero la trama se extiende entre 1840 y 1900.  La pintura de Valenzuela Puelma pudo perfectamente retratar la primera enseñanza de José Pedro Valverde. Sin embargo, el pintor era muy distante del proyecto oligarca y su pulsión territorial pasaba más bien por  las perturbaciones que la construcción del ferrocarril  iba a provocar en el universo hacendal.  De modo que la ficción no me sirve para evocar la hacendalidad, sino justamente su enfrentamiento.  Lo cual confirma esta otra hipótesis según la cual en el campo de la pintura se libra otra batalla, que puede ser análoga a la que se sancionó en el plano político de una guerra civil que da curso a la inseguridad simbólica de la oligarquía.  

Si todo lo anterior habilita la aparición de indicios verosímiles, en 1884 el Prometeo encadenado  de Pedro Lira  viene a encarnar el castigo perpetuo que le está reservado al  héroe  que trae  consigo  la Civilización; siendo ésta resistida `por quienes difícilmente desean abandonar el terreno de la Barbarie.   Es decir, les basta con la “civilización” que tienen.  He ahí la figura ominosa del águila-condorizada que refleja el carácter de un Estado rapiña que desconsidera republicanamente los antiguos fueros. 

Ahora bien: esta hipótesis no habría sido posible sino a partir de la lectura del texto de José Bengoa,  Valle Central: imaginarios,  interpretaciones, ensoñaciones, publicado en TALCA (Revista de la Escuela de Arquitectura, Universidad de Talca, Número 2, junio del 2008), en que señala –entre otras cosas no menos importantes-: “la instalación republicana se  realizó sobre el territorio del Valle central”; “El Estado de Chile se construyó en los hombros de la sociedad que existía en el Valle Central”; “No es el Estado el que construye la sociedad del Valle Central. Esta sociedad ya estaba constituida”.   La rapiña  es la manifestación  del no entendimiento de  esta determinación.  Eso es lo que el maestro (el cura Valverde) le enseña a José Pedro. Más allá de los deseos  de Valenzuela Puelma, la pintura hace el efecto de  síntoma, al señalar la existencia simbólicamente distintiva de un territorio  de cuyo mapa ésta se hace cargo de representarse como poder, en la imagen.

Hay que continuar con Bengoa.  La hipótesis que sostiene es de una utilidad extraordinaria. El territorio del Valle Central en el siglo XIX es equivalente al territorio de Chile.  De eso, no hay pintura. Ya lo hemos sostenido, en otro lugar. La Pax Hacendal  se da a entender en la literatura. Claro que sí: Orrego Luco, José Donoso. Porque una cosa es cierta: “sin duda sorprende que en el Valle Central la Pax Hacendal haya durado hasta bien entrado los años sesenta del siglo veinte. Se mantuvo el control de la tierra, del paisaje, y sobre todo de la gente. Por ello cuando se rompió, el golpe fue de una rudeza inaudita”.

Lo que no dice Bengoa es qué fue lo que causó la ruptura.  Es decir, lo hace de un modo elusivo que no parece justificado  en el texto.  Lo que rompió las lealtades y los imaginarios dependientes entes patrones y subordinados fue  la   Campaña de Alfabetización durante el Gobierno de Frei Montalva.  Es muy raro que Bengoa no haya mencionado a Paulo Freire y  “el método de concientización”. Lo cierto es que si los campesinos aprendían a leer, en consecuencia, aprendían a leer que tenían derechos y se sindicalizaron.  Eso rompió las lealtades imaginarias.  Fueron severamente castigados por este atrevimiento.  Esa fue otra “lección de geografía”.

No existe, hoy día,  un artista chileno dispuesto a  realizar una obra análoga a la  pintura de  Valenzuela Puelma.  El lugar  de la producción  de  imagen para el territorio  del Valle Central se ha desplazado.  Si la pintura de Valenzuela Puelma reproduce “après-coup” la apropiación adecuada a la misión histórica que le corresponde a la elite del siglo XIX,  ésta ya deja de cumplir ese rol a todo lo largo del siglo XX.  Es como si hubiese  “abandonado sus deberes”.  (Lo de misión histórica es un chiste marxista, por cierto).  De ahí, su función (estructuralmente) ilustrativa del discurso de la historia.

Entonces, desde hace un buen tiempo a esta parte, esa función reclamada en este discurso le ha correspondido a la arquitectura. Por eso afirmo que es la arquitectura la que define el campo de la visualidad.  Las artes visuales orgánicas  han pasado a cumplir la tarea de los contratistas  en  neo-decoración pública. 

Al final de su artículo, Bengoa se hace una pregunta que adquiere casi ribetes apocalípticos: “¿Qué quedó de la ruralidad? ¿Qué quedó del imaginario del Valle Central? ¿Qué quedó del imaginario del Valle Central de Chile que acompañó gran parte de nuestra Historia?”. Y agrega: “Asistimos a un tiempo de ruralidad quebrada”.

Cuando pienso en la arquitectura chilena, es preciso hacer algunas distinciones.  Tomo partido por el trabajo de TALCA y la invención del concepto Ciudad-Valle-Central, como respuesta  -nueva lección de geografía- al quiebre señalado por Bengoa.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario