sábado, 23 de enero de 2016

ENTRE LAS OPERACIONES COMPENSATORIAS Y EL CASTIGO INSTITUCIONAL.


Es de esperar que en el concurso para la dirección del GAM, este sea realmente un concurso,  y no como ha ocurrido ya en un caso, en el que se tenía ya resuelto el nombre de antemano y se realizó el concurso solamente para respetar las formas.  Ya lo mencioné en la última entrega. Lo vuelvo a mencionar porque  una de las cosas que sorprende es por qué el directorio no tomó la decisión –está en su soberanía si es un directorio legitimado- de nombrar en la dirección a  Javier Ibacache . Es un hombre de la casa y asegura, a mi juicio, continuidad programática.  Sin embargo, lo más probable es que sufra el castigo de haber trabajado con Alejandra Wood.  Lo que salta a la vista es que  el directorio se abstiene de proyectar a quien ha hecho un gran aporte en la “formación de audiencias” y pone en duda la pertinencia de su mirada analítica.  No soy partidario de esta noción ni del uso que se ha hecho de ella en el “mundo del teatro”,  pero es de justicia reconocer  el trabajo (bien) realizado, coherente, en una perspectiva de larga duración. 

Sin embargo, no hay que dejar pasar situaciones que resultan “muy interesantes”.

Así como se desestimó el ascenso de Javier Ibacache, se  abre la posibilidad de “castigar” por partida doble a otro gran animador de estas luchas por la decibilidad de la cultura-chilena-institucional.  Se trata, ni más ni menos, que del gran derrotado en las dos luchas internas de influenza que han caracterizado la nominación de los dos últimos titulares  ministeriales en la materia.

Para que vamos a decir nombres. El “país ministerioso”  ya sabe que desde que se anticipara al nombramiento de Claudia Barattini,  muchos quedaron con el traje comprado. Había varios en esta situación. Y como no les resultó la primera pulseada, me los encontré en Valparaíso como asesores del Ministerio del Interior, apoyando la  mala gestión  de los efectos del mega-incendio del 2014.  Apenas les daba para asesorar  jefaturas de gabinete  durante la  Era Urrutia, y ya  aparecían dificultando todo en los pasillos de la Intendencia, asesorando a quien debía adquirir los galones para ser el próximo candidato a Alcalde,  y joderse por segunda vez a Paula Quintana.  No hay como la Nueva Mayoría para tratar a sus propios  funcionarios, ¿verdad? Pregunten en qué quedó Ricardo  Bravo. No le dió para Flacso.

El caso es que con el nombramiento de Claudia Barattini, quedaron muchos heridos en el camino. ¿Qué hicieron? Comenzaron a usar información privilegiada y desde algunos  medios electrónicos iniciaron una campaña de demolición, que era una verdadera incitación al asesinato político.  No supieron leer que la señora Presidenta ya los había  castigado por su obscena voracidad.

En el verano del 2014, cuando ya estaba resuelta la elección presidencial, tuvo lugar en la Estación Mapocho un gran encuentro mundial de consejos y ministerios de cultura.

Uno espera que los funcionarios del CNCA y  observadores afines, por ejemplo, asistan a los plenarios o a alguna reunión de comisión. Cual no sería mi pavor al constatar cómo, de manera ostentosa, un grupo de estos, se aprestaban a organizar “el nuevo gabinete”, con un fulgor notorio, gozando la anticipación representativa.

Sin embargo, en la puerta del horno se puede quemar el pan. Esta sencilla sentencia parecía no  tener sentido en un grupo tribalizado que consideraba que por haber participado en Cultura de la Campaña, le correspondía soberanamente el reparto del botín; es decir, en la cultura de izquierda, Cultura, siempre, ha sido el botín para los que fracasan en la carrera política efectiva.   

La nominación a Claudia Barattini fue un golpe inesperado y brutal para las pretensiones tribales.  De este modo comenzó la fronda, que tuvo su eficacia, porque explotó los flancos más débiles de la ministra, pero en un nivel de acoso y deslealtad sorprendentes.

La defenestración de Claudia Barattini les debía brindar una segunda oportunidad; sin embargo, la violencia del acoso les pasó la cuenta y la Señora Presidenta les volvió a infligir una derrota, menos visible, pero más estratégica que la primera, nombrando a Ernesto Ottone.  

Doblemente golpeados,  sus nombres no hubiesen atraído mi atención si no es por la realización de este concurso para el GAM.  Y en esa medida, todo parece indicar  dos alternativas: la primera es que puede ser una tercera derrota, porque a este sector no se les perdonará jamás  la deslealtad y el acoso; la segunda es que se les conceda la dirección del GAM para compensar el efecto de las dos derrotas anteriores. Teniendo en perspectiva  una señal  para el ablandamiento de una oposición potencial, justo  en la fase de ingreso del proyecto de nuevo ministerio, satisfaciendo la necesidad de una correcta política de alianzas del Ministro Ottone.


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